ABSTRACT

La actividad fundamental y vital para el desarrollo humano es la comunicación. Todo acto que se precie de creador o generador necesariamente debe establecerse en primer término dentro un código. Este ha variado a través de la historia, respondiendo siempre al impulso humano de creación y representación de su realidad, pero nunca como en la era actual.

 

La posmodernidad realiza su apertura con la consigna “posibilidad de conocimiento en todo y todas partes”, apartando definitivamente la idea del saber sobre una tradición que se sustentaba en la idea de cultura como conjunto o recopilación del saber y actividad humana.

Sin lugar a dudas el levantamiento de la estructura cultural como se había entendido hasta ahora ha requerido poderosos esfuerzos comunicacionales. Los seguirá teniendo incluso con mayor fuerza debido a una población expansiva, pero precisamente esta es una de las causas por las que la comunicación vuelve a tener un papel preponderante.

 

En el pasado primitivo del hombre toda comunicación era inmediata, constituía la fuente principal del conocimiento requerido para sobrevivir en un mundo en constante cambio. De manera paradójica, y como viene ocurriendo con el alzamiento de la posmodernidad, el pasado y futuro se encuentran y dejan de ser dimensiones temporales fijas.

 

 Es justamente la inmediatez uno de los paradigmas comunicacionales actuales. Sin lugar a dudas, la cultura digital abre su camino. Esta considera la evolución propia de la comunicación y lo adapta a un medio simbólico. En este medio, cada individuo; que es considerado como tal, actúa como un nodo que establece conexiones con otros de forma inmediata y rápida. En este proceso efímero y eficaz la información circula y navega. El conocimiento fluye y no se establece de forma rígida en un lugar determinado.  Es expansivo y sin rumbo o línea que lo encamina hacia algún objetivo. Es un momento de pura experiencia personal e inmediata.

 

Navegar a través de estos nodos constituye la actividad comunicativa fundamental de nuestro tiempo, a través de un medio o plataforma digital y simbólica que deviene físico. Pues es tal el terreno que ha ganado que se plantea como dimensión comunicacional paralela que requiere interacción personalizada con el medio físico.

 

La cultura digital abre su camino y se consolida como la siguiente era de las relaciones y el conocimiento  respondiendo a  las necesidades expansivas inherentes del ser humano. Es el actual mundo simbólico, base articuladora de las comunicaciones a la vanguardia del mundo contemporáneo.